Por Daniela Jorquera G.
“¿Tú crees que eso es verdad?”, me emplaza irónico cuando el experto narra cómo el célebre escritor pasó penurias económicas en “El rascacielo”, un edificio de varios pisos que desde siempre ha sido un prostíbulo, donde Gabo arrendó una habitación por la que dejaba en prenda los manuscritos de alguna de sus novelas cuando no tenía cómo pagar. “¡Qué va a tener de cierto! Gabito jamás pasó por eso… y aunque sí lo hubiese hecho ¿Acaso alguien le hubiera aceptado unos cuantos papeles a cambio de la renta?”.
Jaime no es crédulo. Tampoco es ingenuo. Y sabe muy bien cuál es su rol en esta historia. No sólo resguarda las finanzas y organización de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) fundada por Gabriel, sino que también es el escudero de la intimidad de su hermano: “Él ya se ha convertido en un mito. Es tanto lo que se habla sobre él, tanto lo que se inventa, tantos los que dicen que lo conocen que el verdadero Gabriel, Gabito, no existe. Nadie sabe cómo es. Nadie más que nosotros, su familia.”
En todo caso, para suerte mía, Jaime tampoco es exageradamente discreto.
3 comentarios:
Yo ya me quedé con ganas. A ver si mandas una versión internacional cuando se publique.
Eres tan seca, lo digo de todo corazón...es muy bonito lo que escribiste, y digo bonito porque así lo sentí, no puedo decir que es bueno porque no soy periodista ni nada por el estilo. Lo más importante, para, es como se siente.
A mí me cuesta ser discreta. Mi papá dice que soy muy claridosa. A veces no puedo evitarlo. A veces creo que lo hago para ver si la gente a la que le cuento puede ayudarme, porque me siento sola y busco comprensión, ayuda, atención...
Últimamente intento no hacerlo... A ver qué pasa.
Te quierooooooooooo!!!!
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