Memorias de mi hermano

Dice que Gabito escribió uno de sus primeros cuentos pensando en él. Que es mejor preguntarle qué libro no ha leído de su hermano que cuáles sí. Tiene una voz casi estridente, que linda con la del más hablador de los payasos. Porque a Jaime, el Sancho Panza del Quijote de la literatura colombiana, el Premio Nóbel Gabriel García Márquez, la sonrisa no se la quita nadie.

Por Daniela Jorquera G.

Estamos viajando en un bus de 20 asientos y convenzo a su esposa Margarita de que me deje ir sentada junto a él. Jaime está encantado: confiesa de inmediato que no le gusta hablar, que no sabe hacerlo, pero se larga en una extensa descripción de lo que ha sido su vida y claro, la de su representado estelar, su hermano mayor, Gabito. Lo primero que hace es entablar complicidad. Mientras el guía nos cuenta cómo fue la vida de García Márquez en Barranquilla –lugar que recorremos él, Margarita y una quincena de estudiantes de un diplomado sobre el Nóbel colombiano de los que soy parte– Jaime se encarga de desmentirlo en susurros.

“¿Tú crees que eso es verdad?”, me emplaza irónico cuando el experto narra cómo el célebre escritor pasó penurias económicas en “El rascacielo”, un edificio de varios pisos que desde siempre ha sido un prostíbulo, donde Gabo arrendó una habitación por la que dejaba en prenda los manuscritos de alguna de sus novelas cuando no tenía cómo pagar. “¡Qué va a tener de cierto! Gabito jamás pasó por eso… y aunque sí lo hubiese hecho ¿Acaso alguien le hubiera aceptado unos cuantos papeles a cambio de la renta?”.

Jaime no es crédulo. Tampoco es ingenuo. Y sabe muy bien cuál es su rol en esta historia. No sólo resguarda las finanzas y organización de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) fundada por Gabriel, sino que también es el escudero de la intimidad de su hermano: “Él ya se ha convertido en un mito. Es tanto lo que se habla sobre él, tanto lo que se inventa, tantos los que dicen que lo conocen que el verdadero Gabriel, Gabito, no existe. Nadie sabe cómo es. Nadie más que nosotros, su familia.”

En todo caso, para suerte mía, Jaime tampoco es exageradamente discreto.

(más en la próxima edición de la revista universitaria... http://www.uc.cl/ru)

3 comentarios:

M dijo...

Yo ya me quedé con ganas. A ver si mandas una versión internacional cuando se publique.

sEb dijo...

Eres tan seca, lo digo de todo corazón...es muy bonito lo que escribiste, y digo bonito porque así lo sentí, no puedo decir que es bueno porque no soy periodista ni nada por el estilo. Lo más importante, para, es como se siente.

Gabriela Velázquez dijo...

A mí me cuesta ser discreta. Mi papá dice que soy muy claridosa. A veces no puedo evitarlo. A veces creo que lo hago para ver si la gente a la que le cuento puede ayudarme, porque me siento sola y busco comprensión, ayuda, atención...

Últimamente intento no hacerlo... A ver qué pasa.

Te quierooooooooooo!!!!