Viernes 11 de abril. Las 24 horas. Los treinta. MIS treinta.



Promociono mucho mi cumpleaños. Lo sé. Le digo a todo el mundo que lo recuerde, porque detesto exponerme a que nadie me salude. Me hace recordar el colegio y esas mañanas frías en que tenía que llegar el profesor jefe para que alguien me dijera feliz cumpleaños. Después de ser la estrella en mi casa, pasaba a ser la anónima más grande. Lo mismo ocurrió cuando cumplí un año y producto del toque de queda no pudo llegar nadie a mi primera celebración. Hay fotos que lo confirman y un agobio persistente que se traduce en mi temor de que nunca asistirá nadie a mis fiestas. Aunque hoy ocurrió algo insólito: una amiga del trabajo me llamó para decirme feliz cumpleaños, porque temió que mañana se le olvidara. Los tiempos cambian.
Y así ha sido como durante 30 años ha habido todo tipo de cumpleaños. Los mejores han sido los que ha organizado mi mamá, mi hermana y Seb. Gracias a ellos por las tortas más ricas, los juegos más entretenidos y los regalos más sorprendentes. Los peores son todos los que no han contado con la participación de al menos uno de ellos. Recuerdo con especial cariño el que me celebró mi hermana junto a Diego en París con un fondue y un tiramisú. Durante el día fuimos a comprar mi regalo a H&M...una bella falda de cotelé que conservo aún. También recuerdo los abrazos matutinos que me daban mi mamá y mi papá para despertarme en todos los cumpleaños que dormí bajo su techo. La llamada justo a las 12 de Seb para ser el primero en festejarme cuando pololéabamos o el beso con el regalo tomado por él y por Fuz la noche de mi cumpleaños pasado. ¡Qué rico! Me da lo mismo lo de los años. Me gusta el regaloneo y ser centro de mesa de vez en cuando.

Un gato


¿Qué es el gato?
El gato
es una gota
de tigre.

Jaime Aníbal Niño