Cosas de madres

Por lo que me rodea y por lo que no, me puse a pensar en eso de ser madre. Y en un cajón en el que metí las manos obtuve un trozo de esa experiencia que fue atrapada por Seb. La lombriz con su guagüita, sostenidas por mí.

Cuestión de tiempo

Ya todos lo saben desde que algún sabio lo dijo: el tiempo es relativo. Y yo entiendo que relativo para cada cual. Para fuz, por ejemplo, el tiempo está dividido en etapas, que si no se cumplen lo alteran por completo. 7:00 hora de levantarse, 9:00 hora de quedarse solo mirando por la ventana, 10:00 a 16:00 hora de la siesta, 18:25 hora en que llegan d y s y recibe comida de regaloneo, 19:00 hora de jugar a la persecusión, 22:00 hora de acostarse.
Me imagino que lo que todos nosotros llamamos un día para el son como cinco...por algo los gatos viven menos que nosotros, pero se supone que llegan a la misma edad.
Así es que he estado pensando en esto del tiempo y su relatividad. En cómo uno quiere que avance más rápido o a veces más lento, dependiendo de la edad. En cómo uno le exige y le demanda. En cómo uno no le tiene paciencia. Algún budista ya lo debe haber dicho: hay un tiempo para cada cosa y para cada quien. A muchos les pueden estar pasando cosas que uno quiere hace tiempo que le pasen y nada. Lo que tarda tiene que tardar lo que tiene que tardar. No más, no menos. Aunque parezca demasiado.
Por eso, estoy tratando de evitar contar el tiempo. No quiero pensar tanto en cuánto llevo ni en cuánto me falta. Quiero estar en lo que estoy mientras el resto comience a aparecer y lo otro se desvanezca en las sombras del pasado. Consuelo de tontos, quizás. Pero consuelo al fin y al cabo.

A mi tío memo

Esos meses fueron tristes. Tristes como sólo puede serlo la muerte. Estremecedores y fríos. Envenenados.
Ya lo habíamos vivido juntos una vez, pero entonces no nos habíamos apegado tanto. No éramos familia todavía. Hace tres años, sí. Había lazos, fiestas, encuentros, abrazos. Y en esos meses fuimos más. Se regó pisco sour casi todas las noches. Se durmió en el sillón, se cocinó pan y queques. Se respiró la partida, se nos quebró la voz.
No tengo mucha idea filosófica de cómo se extinguió. Un día estaba bailando y otro ya no. Y a mí que tanto me gustaba mirarlo. A todos que tanto nos alegraba la vida cuando se llovía todo de salsa y se desparramaban los pies haciéndole honores como en la tierra del exilio. Tanto que se enojaba y tanto que se alegraba. Tantos coños que disparaba. Tantos cariños que me hacía como si me hubiese cargado de niña.
¿Nos faltó o nos sobró? ¿Habrá sido suficiente? Otra vez, no sé. Pero da pena igual. No porque quedaran pendientes, sino porque hace falta. Y uno lo percibe como cuando la comida no tiene sal.

La prima


Entonces...esta es mi prima, la pintora.
Está exponiendo en la Maestra Vida, la salsoteca, durante este mes.
Yo me he sentido aprisionada, limitada, coartada, contenida, doblada.
Pero ya no. Lo que es una suerte o un crecimiento. Depende de lo místicos que nos pongamos.
http://paulagastelo.blogspot.com