La aprensiva

He entendido -al fin- que soy aprensiva. Lo he renegado mucho. Pero ha llegado el tiempo de acogerse. No dejaré de intentar de serlo menos. Trataré de practicar lo que predico y desprenderme. Porque sé (pero me cuesta mezclarlo con lo que siento) que no todo pasa por mí, ni por mis decisiones, ni mis razones, ni mis payaseos.
Me cayó la teja.

Nuestras sombras


El libro de la infancia partía así: "Nuestras sombras son más grandes que nosotros mismos". Aún está en el velador, desenterrado, esperando las noches de insomnio.

Sobre la ira y la tristeza

Rabia rabia rabia rabia y de repente una explosión de pena.
Para mí esas emociones van más juntas que ninguna y son las que más conflictos me han causado en la vida. Justo ahora no. Pero justo ahora lo recuerdo por culpa de algunos sueños, de algunos motivos, de algunas historias.
Antes nada era rabia y todo era pena. Me imagino lo que se sentirá que sea al revés y creo que lo que más guarda uno es la impotencia. Un día sentada descubrí que no lloraba de pena (esa vez, esa época). Y fue una revelación. Lloraba de rabia, de impotencia, de tener las manos atadas, de no encontrar la solución adecuada ni la lógica sabia para hacer la suma en la vida y salir con saldo positivo. Nada.
Hoy, me siento y miro. Mi compañerita de oficina y mi también fiel amiga Marcelita Malam se descarga de ira con pasión. Patalea, argumenta y yo por mientras la escucho sin mirarla y pienso en silencio que gracias porque no es contra mí. Lo expresa sola. Me lo cuenta con la rabia que siente y después cunde la calma. Se le pasó la rabia y el rollo. Y yo me digo: "es fácil, ¿por qué yo no puedo?".
Ella, en cambio, se admira de mi paciencia. Así como yo le digo Marcelita Malam ella me dice Midani Sor Paciencia o Sor Patience si es día de sus clases de inglés. Porque dice que es como que nada me inmutara cuando me dan la lata, porque no me enojo fácilmente y porque dejo pasar muchas cosas. Yo le digo que es porque no me importan esas cosas. Y es cierto. Hay cosas que ya no me dan rabia ni pena. Simplemente ya no me dan nada. Y claro, comprenderán, que es mi manera de sobrevivir en la pega que tengo, tan llena de críticas y de egos y de comas y faltas de ortografía miradas como si fueran la aparición misma del diablo.
Supongo que en otros ámbitos de la vida sucede lo mismo. Uno simplemente pasa. Te provocan con lo de siempre y uno se dice a sí mismo "paso". Y ahí queda la cosa, con su punto final bien firme. Claro que antes de eso hay que habérsela llorado y enrabiado toda con eso mismo. Después, dijo el general pasada la guerra, todo es muchísimo más fácil.