Mi lucha

Cada cual con su pelea diaria. Yo tengo las mías, que varían de vez en cuando. Pero al momento de acercarse a los 30 al menos me alegro de identificarla con más claridad y menos opacada por la tristeza o la contingencia: soy ansiosa. Hiperkinética, con demasiadas energías para hacer, muchas ganas de caminar y caminar por la calle mirando rostros, una acumulación de recetas, tejidos, historias y cosas que ordenar que me desquician, un computador al frente 9 horas al día, un marido con el que conversaría y vería películas y me iría a la playa y regalonearía cada minuto, un gato con el que no puedo dejar de correr por mi casa, unas plantas que me gusta cuidar con dedicación, una mente que no se cansa de leer y aprender cosas nuevas, una cantidad infinita de personas con las que conversar, una obsesión por verme linda, un disfrute de mis papás que se intensifica, un ánimo para ir de compras con mi hermana, para preocuparme de los huevitos de pascua. A veces de tanto que es, me abrumo. Y no puedo hacer nada más que pensar en que lo quiero hacer todo. Otras se me acelera la cuchara mientras estoy aquí sentada y lo único que quiero es moverme. Y muchas, me quedo dormida planificando... soñando. Lo bueno viene cuando por fin me vuelvo torbellino: ahí logro por fin descansar.

2 comentarios:

M dijo...

Y yo pensando que lo que me faltaba era tiempo, cuando lo que sobraba era ansiedad.

Seba dijo...

¿Pero es malo abrumarse?...te abrumas con cosas buenas, claro, te ponen inquieta pero al menos quieres hacer cosas...hagalas, te va a poner más feliz.